La definición de activos en contabilidad según la práctica y la teoría contable generalmente aceptadas, es la siguiente: Los activos son recursos económicos controlados por una entidad como resultado de sucesos pasados, de los cuales se espera que se generen beneficios económicos futuros para la empresa. En otras palabras los activos son recursos económicos que posee una empresa y que se espera que generen beneficios futuros.
Los activos según la teoría contable generalmente aceptada deben tener un valor económico, estar bajo el control de la entidad, surgir de eventos pasados y generar beneficios económicos futuros.
Por otro lado, para Garrison, Noreen y Brewer (2011), los activos son recursos económicos que posee una empresa y que se utilizan en sus operaciones comerciales. En contraste, para Horngren, Sundem y Stratton (2013), los activos son recursos económicos que posee una empresa y que tienen un valor monetario.
Los activos se pueden dividir en varias categorías, como activos fijos, activos corrientes y activos intangibles.
Los activos corrientes son aquellos que se espera que se conviertan en efectivo en un año o menos, como el efectivo, las cuentas por cobrar y los inventarios. Estos activos son fundamentales para la operación diaria de la empresa.
Por otro lado, Los activos fijos son aquellos bienes tangibles e intangibles que la empresa posee a largo plazo, estos a su vez se dividen en los activos tangibles son aquellos activos físicos como edificios, maquinaria y equipo. Estos activos se utilizan en la operación del negocio y no se espera que se vendan en el corto plazo. Mientras, los activos intangibles son aquellos activos no físicos que tienen un valor para la empresa, como la propiedad intelectual, las marcas registradas y las patentes. Estos activos pueden ser difíciles de valorar, pero son igualmente importantes para el éxito de la empresa.
Finalmente, Otros activos (activos diferidos) son aquellos que no pueden ser clasificados fácilmente en las categorías tradicionales de activos, regularmente son aquellos gastos que se han pagado por adelantado, pero que se irán utilizando a lo largo del tiempo en un plazo mayor a un año. Estos gastos se van amortizando a medida que se van consumiendo, y su valor se va trasladando al estado de resultados de la empresa de manera gradual.
La clasificación de activos es esencial para que las empresas puedan gestionar sus recursos de manera efectiva y tomar decisiones efectivas. Al conocer la naturaleza y el valor de sus activos, las empresas pueden optimizar su rendimiento y maximizar su rentabilidad.
Los activos tienen un papel fundamental en la evaluación de la salud financiera de una organización porque representan los recursos y propiedades que la empresa posee y que pueden generar beneficios económicos en el futuro.
Los activos son clave para determinar la capacidad de una organización para hacer frente a sus obligaciones financieras, así como para medir su capacidad de crecimiento y rentabilidad a largo plazo. Además, los activos son un indicador importante para los inversores y prestamistas, ya que les proporcionan información sobre la solidez y estabilidad financiera de la empresa.
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